Alberto Agapito Jiménez Méndez, de 39 años, solicitó desde el nosocomio la presencia del DIARIO toda vez que la familia dijo confiar más en el medio de comunicación que en las autoridades que al momento no hacen presencia para conocer del caso.
El entrevistado dijo que eran alrededor de las 21:30 horas del viernes pasado 25 de diciembre cuando dos jóvenes de aspecto cholo, de aproximadamente 1.60 metros de estatura tocaron insistentemente la puerta de su vivienda en calle CTM y Décima de la colonia Abraham González. Pensando en que se trataba de algún cliente del taller mecánico que trabaja en su traspatio desde hace 10 años, abrió la puerta solo para recibir sin interlocución alguna, una severa cuchillada en el estómago por parte de los jóvenes que se tapaban el rostro con sudaderas.
Luego de un forcejeo momentáneo, los delincuentes huyeron y a vuelta de la esquina se reunieron con un grupo de malvivientes del sector sin mayor preocupación. “Jamás he tenido problema con nadie; siempre he tratado de servir a los demás en mi negocio, incluso a los múltiples cholos del barrio. No me explico el por qué de la agresión. El mismo viernes fui sometido a cirugía de reconstrucción de intestino grueso y aquí estoy, tratando de salir adelante con mis propios medios toda vez que no cuento con servicio médico alguno”, dijo.
Alberto Agapito Jiménez Méndez, de 39 años, solicitó desde el nosocomio la presencia del DIARIO toda vez que la familia dijo confiar más en el medio de comunicación que en las autoridades que al momento no hacen presencia para conocer del caso.
El entrevistado dijo que eran alrededor de las 21:30 horas del viernes pasado 25 de diciembre cuando dos jóvenes de aspecto cholo, de aproximadamente 1.60 metros de estatura tocaron insistentemente la puerta de su vivienda en calle CTM y Décima de la colonia Abraham González. Pensando en que se trataba de algún cliente del taller mecánico que trabaja en su traspatio desde hace 10 años, abrió la puerta solo para recibir sin interlocución alguna, una severa cuchillada en el estómago por parte de los jóvenes que se tapaban el rostro con sudaderas.
Luego de un forcejeo momentáneo, los delincuentes huyeron y a vuelta de la esquina se reunieron con un grupo de malvivientes del sector sin mayor preocupación. “Jamás he tenido problema con nadie; siempre he tratado de servir a los demás en mi negocio, incluso a los múltiples cholos del barrio. No me explico el por qué de la agresión. El mismo viernes fui sometido a cirugía de reconstrucción de intestino grueso y aquí estoy, tratando de salir adelante con mis propios medios toda vez que no cuento con servicio médico alguno”, dijo.